La Biblia comienza con Dios caminando sobre el escenario y presentándose a Sí mismo: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). El Autor quiere que sepas que lo que estás a punto de ver es enteramente Su obra.
Un Creador tiene los derechos de autor de lo creado. Vivimos en un mundo de marcas y patentes. Si digo: “Just do it”, inmediatamente piensas en Nike. El eslogan es propiedad de sus creadores. Un creador siempre tiene los derechos de autor, y Dios posee todo lo que Él ha creado.
Si tu vida fuera un accidente, viniendo como resultado de milenios de la historia de la humanidad, entonces serías un agente libre, y no serías responsable ante nadie más que ti mismo. Pero si fuiste creado, entonces tu Creador tiene todos los derechos de propiedad sobre tu vida.
Una de estas cosas debe ser cierta: o eres un accidente de la historia y, por lo tanto, estás completamente en libertad de hacer lo que quieras con tu vida, o eres un ser creado y tu Creador tiene derechos absolutos de propiedad sobre tu vida.
Dios se presenta a Sí mismo como tu Creador y, por lo tanto, tu dueño. No eres tuyo. Tu vida es como una inversión, un fondo, que te fue dado por Dios. Eso significa que no eres inútil o sin propósito. Dios eligió que existieras y lo hizo con un propósito. Y vas a descubrirlo cuando llegues a conocer a Aquel que te creó.
Los males más monstruosos de nuestro tiempo fueron construidos bajo el supuesto de que la vida humana es un accidente. Esta creencia devalúa la vida humana y la hace desechable cuando no es conveniente. La dirección futura de nuestra sociedad dependerá en gran medida de si decidimos creer que somos accidentes de la historia o si somos la creación especial de nuestro Dios todopoderoso.
La imagen de Dios
Entonces Dios dijo: “Hagamos al hombre a Nuestra imagen” (Génesis 1:26). “Hombre” se usa como un término genérico aquí; Incluye masculino y femenino. Se nos dice específicamente: “Dios creó al hombre a imagen Suya… varón y hembra los creó” (1:27). Nota el plural “hagamos” en 1:26. Es un indicio fascinante sobre la naturaleza de Dios que se revelará más claramente después.
Después de cinco días de creación, llega el momento culminante. Es casi como si Dios tuviera una conversación consigo mismo. “¡Vamos a hacerlo! Hagamos al hombre a nuestra imagen”. Una imagen es un reflejo, y por eso Dios nos dice que nos hizo de tal manera que podamos reflejar algo de Su propia naturaleza y gloria.
La imagen de Dios es lo que distingue a las personas de los animales. Los animales fueron hechos por Dios, pero ninguno de ellos fue hecho como Dios. Es por eso que ningún hombre o mujer debe ser tratado como un animal o comportarse como un animal. Los hombres y mujeres que creen que son simplemente animales desarrollados pasaron por alto lo más fundamental que Dios dice acerca de ellos. ¡Estamos hechos a imagen de Dios!
El beso de la vida
Los hombres y las mujeres están hechos a imagen de Dios, pero siempre debemos recordar que no somos Dios. Dios hizo al primer hombre del polvo de la tierra, por lo que no debemos sorprendernos si hay similitudes con los animales a nivel biológico. Pero hay más en la vida humana que la química o la biología.
“Entonces el SEÑOR Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida, y así el hombre llegó a ser un ser viviente” (2:7). Dios formó un cuerpo, y el armazón esquelético yacía sin vida en el suelo. Entonces Dios respiró Su propio aliento en este cadáver biodegradable. Le dio al hombre el beso de la vida, y el cadáver sin vida se convirtió en un ser vivo.
Dios siempre está haciendo lo que hizo ese día, “puesto que Él [Dios] da a todos vida y aliento y todas las cosas” (Hechos 17:25). Dios te sostiene una respiración a la vez, y eres absolutamente dependiente de Él. Si puedes comprender estas dos verdades, que fuiste hecho a la imagen de Dios y que dependes de Él, vas a descubrir una gran dignidad y, al mismo tiempo, una profunda humildad.
Dios le dio a Adán cuatro regalos especiales que hicieron su vida maravillosamente rica: un lugar, un propósito, una compañera y, sobre todo, el regalo de la presencia de Dios.
Dando un paseo con Dios
Dios es Espíritu. Eso significa que Él es invisible al ojo humano. Sin embargo, justo al comienzo de la Biblia, leemos acerca de “Y oyeron al SEÑOR Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día” (Génesis 3:8).
El Antiguo Testamento tiene muchos ejemplos de Dios apareciendo en forma visible. Llamamos a éstas, teofanías. Más adelante en la historia Bíblica, vamos a ver que Dios se hizo hombre, por lo que no debe parecer extraño que en el Antiguo Testamento aparezca en forma visible.
Estas apariciones nos muestran el intenso deseo en el corazón de Dios de establecer una comunión con nosotros. Es casi como si el Hijo de Dios no pudiera esperar para venir. Salió del cielo, entrando en el tiempo y el espacio humanos, y caminó con el primer hombre y la primera mujer en el jardín.
Observa que “oyeron al Señor Dios que se paseaba en el huerto” (3:8). Adán y Eva escucharon el chasquido de las ramitas y el susurro de las hojas mientras caminaban con Dios, haciendo preguntas y disfrutando de la conversación. ¡Imagina cómo habría sido eso! Dios estaba interesado en lo que Adán había hecho en el día y estaba escuchando lo que estaba en la mente de Eva. ¡Era literalmente el cielo en la tierra!
Como veremos en la próxima sesión, esta comunión entre Dios y el hombre se rompió, y así se ha mantenido a lo largo de las generaciones de la historia humana. Cristo vino al mundo para restaurar esa relación rota y hacer posible que volvamos a caminar con Dios.
No podemos ver a Dios, pero cuando acudimos a Él con fe y en el nombre de Jesucristo, Su presencia es tan real como lo fue cuando apareció ante Adán en forma visible. Piensa en eso la próxima vez que ores.
Un lugar llamado hogar
Es difícil ser preciso acerca de la ubicación del Edén, pero lo importante es comprender que era un lugar real y que el Señor puso al hombre y la mujer allí. “Y el SEÑOR Dios plantó un huerto hacia el oriente, en Edén, y puso allí al hombre que había formado” (2:8).
Dios creó un lugar donde Adán conocería y disfrutaría de Su bendición, y Él hace lo mismo por nosotros. Él ha determinado los lugares exactos para que todos vivamos (ver Hechos 17:26). Intenta imaginar a Dios caminando contigo a tu casa, a tu lugar de trabajo o a tu iglesia y diciendo: “Este es el lugar que preparé para ti”. Ninguno de nosotros está donde estamos por accidente. Cuando sepas, como lo hizo Adán, que Dios te puso donde estás, vas a tener estabilidad en los momentos más difíciles.
Hay trabajo por hacer
Dios, que llamó a la luz “día” y a la oscuridad “noche” (Génesis 1:5), invitó a Adán a participar en su obra de nombrar las cosas: “Y el SEÑOR Dios formó de la tierra todo animal del campo y toda ave del cielo, y los trajo al hombre para ver cómo los llamaría. Como el hombre llamó a cada ser viviente, ese fue su nombre” (2:19).
Este es el trabajo de la ciencia. El científico reflexiona sobre lo que observa y luego lo describe. ¡Así que Adán fue el primer científico del mundo! Esta fue la obra que Dios le dio para hacer.
Desde el principio, Adán estaba ocupado con el trabajo. “El SEÑOR Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén para que lo cultivara y lo cuidara” (2:15). El trabajo existía antes de que el pecado entrara en el mundo, y continuará después de que el pecado haya sido borrado. El pecado afectó nuestro trabajo e introdujo frustración en él, pero lo primero que hay que decir sobre el trabajo es que es un buen regalo de Dios.
Dios tuvo un interés personal en el trabajo diario de Adán al traerle los animales. Dios se preocupa por tu trabajo diario y quiere ser parte de él. Y esto es algo que vale la pena pensar cuando estás en tu escritorio, en el taller, en la escuela o en el fregadero de la cocina.
Un matrimonio hecho en el cielo
El Señor Dios dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda adecuada… De la costilla que el SEÑOR Dios había tomado del hombre, formó una mujer y la trajo al hombre” (2:18, 22).
Una vez más, el Señor se le apareció a Adán y le dijo: “Adán, tengo a alguien que quiero que conozcas”. No me cabe la menor duda de que a Adán se le cayó la mandíbula al piso al verla. ¡Ciertamente parecía bastante contento! Él dijo: “Esta es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne” (2:23).
Nota esto, el Señor mismo puso a los dos juntos. El primer servicio de bodas fue conducido por nuestro Dios todopoderoso. Trata de imaginarlo en tu mente: El Señor Dios toma la mano de Eva y la pone sobre la mano de Adán y dice: “¡Aquí está la compañera que hice para ti!”
Vamos a ver en la próxima sesión que este matrimonio tuvo más que una buena cantidad de problemas. Pero cualquiera que fueran sus problemas, Adán y Eva sabían que estaban juntos porque Dios los había unido.
Habrá momentos en cada matrimonio cuando el esposo y la esposa tengan que volver a esto. El matrimonio es la unión de un hombre y una mujer por Dios. Como dice la Escritura, “Por tanto, el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (2:24).
Si estás casado, trata de imaginarte a Dios tomando tu mano y la mano de tu cónyuge, para después unirlas. Al hacer esto, Dios dice: “Vayan por la vida juntos, ámense y perdónense unos a otros”. Esto es lo que Dios hizo por Eva y Adán, y si estás casado, esto es lo que Dios ha hecho por ti. Y cuando sepas que Dios te unió con tu cónyuge, te va a ayudar a sobrellevar los momentos más difíciles.
Si está buscando un compañero de matrimonio, recuerda que Dios juntó a Adán y a Eva. La presión de tratar de encontrar a la persona adecuada puede ser intensa, pero puedes confiar en que Dios te traerá a la persona adecuada o que te va a llevar a la persona adecuada. No estoy sugiriendo que debas ser pasivo, pero no hay necesidad de entrar en pánico. Puedes confiar en el Señor en cada área de tu vida.
Esto es lo que descubrimos hoy:
Dios quiere que sepas que Él es el Dueño de todas las cosas, incluyéndote a ti. Dios también quiere que sepas que Él te hizo a Su imagen y que por esta razón tienes dignidad y valor únicos.
Al comienzo de la historia humana, Dios hizo posible que nuestros primeros padres lo conocieran y lo disfrutaran. Él unió al hombre y a su esposa. Los llevó a su casa y les dio trabajo. Él proporcionó todo lo que necesitaban y ellos compartieron su vida. Lo que Dios hizo por ellos, lo sigue haciendo por todo Su pueblo. La única diferencia es que no lo vemos haciéndolo, porque andamos por fe, no por vista (2 Corintios 5:7).